sábado, 27 de septiembre de 2008

Disculpe, ¿el baño?

“El país de nunca jamás” y “el reino del revés” nos sirven como ejemplos para demostrar la manera en que el hombre utiliza su imaginación, para conocer aquellos lugares fuera de su alcance. El baño de damas representa, para el sexo masculino, un mundo donde todo es posible. Cuando digo “todo es posible”, hago referencia a: actos lésbicos, luchas en tanga, guerra de tampones, bailes en el caño y miles de actividades más.

Cuando se es chico todo nos representa una gran aventura; el ingresar al baño del sexo opuesto significa ser el más valiente del grupo. Lo maravilloso es que, al nene le causa asombro la falta de mingitorios. Mientras que la nena se ve perturbada por la presencia de unos bidets colgados en la pared (traducción: mingitorios).

Hay dos visiones de baño muy distintas. Una mirada masculina y la otra femenina. Para el varón (niño, joven, adulto o anciano), el “toilet” representa una zona de descarga. Es decir, la única utilización que tiene un baño es la de satisfacer sus necesidades inmediatas evitando posibles desgracias. Mientras tanto, la mujer encuentra en el baño una zona de relax, charla y lectura (sí, también de descarga). Todos los componentes del baño son observados y debatidos. El color del mosaicos, la mugre, las escrituras en las puertas (“la Mari estuvo acá 29/10/1997”), la falta de papel higiénico, el olor a materia fecal; y así podría seguir eternamente.

Los hombres, diariamente, suelen demostrar su poder de sociabilizar con desconocidos, mientras halla una pelota de por medio. Sin embargo, ellos no tienen idea del “lazo” fraternal que el baño provoca entre las mujeres. Un ejemplo de esta alianza femenina es el acceder a sostenerle la puerta a una desconocida. Esta acción, en “el mundo G”, podría ser traducida como un acto de pura comprensión y amistad (por ahí exageré un poquito). La fila para el inodoro combina charlas, risas y criticas de despecho. Es una sensación similar a la terapia en grupo. Se plantea un problema (“¡QUIERO VOMITAR!”). Luego, el resto expresa sus opiniones y/o experiencias (“Odio cuando eso me pasa… antes vivía quebrando” ó “Che, ¡que alguien le sostenga el pelo!, ¡se lo va a ensuciar todo!”). Finalmente, cuando la afectada se retira del baño se realizan los comentarios correspondientes sobre la situación (“es obvio, esta chica no sabe tomar”).

Las mujeres vivimos tratando de entender porque el hombre ve las repeticiones de los partidos que ya vieron. Mientras ellos tratan de buscar el motivo por el cual el sexo femenino decide ir de a dos, o más, al baño. Sin embargo, como digna dama prefiero mantener el misterio y la intriga en la mente masculina. Lo que motiva a mi boca a permanecer cerrada, es la imaginación del hombre, ya que ésta es mucho (pero mucho) más pervertida y divertida que la realidad.

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